Muchos aseveran que no
afecta en el ánimo de los aficionados el perder por goleada, porque
en juego están siempre los tres puntos. Sinceramente, creo que se
equivocan, y además se olvidan del golaveraje. No es lo mismo recordar que
la temporada pasada perdimos por 2-1 en el Camp Nou que ayer lo
hiciéramos por 5-0. No hay comparación. Y esa manita duele, y
mucho.
No sé si el frío polar
que azota a la península congeló las ideas de los jugadores de la
UD Las Palmas, o si tener enfrente a Messi y a Suárez, dos estrellas
del fútbol mundial haciendo de las suyas, minó la buena
predisposición de los amarillos. Lo cierto es que vimos a Quique
Setién dar gritos desde el banquillo a algunos jugadores que
parecían haberse puesto en “modo ahorro de energía” durante los
noventa minutos, porque la intensidad de su juego brillaba por su
ausencia. Quizás, y sin el quizás, fue el peor encuentro de la era
del míster. Ni la victoria ni el empate estaban asegurados de
antemano. El Barça es mucho Barça, juegue quien juegue. Pero sí
augurábamos una imagen distinta de la UD sobre el césped, que no es
otra que la que llevamos meses disfrutando.
Quedan muchas horas por
delante para enmendar y aprender de lo de ayer. Tengo tanta confianza
en ello que, a pesar del dolor por la goleada, empiezo ya a pensar en
lo que está más cerca, Depor y Valencia en el Gran Canaria, con la
expectación propia por los nuevos fichajes, que en algunas líneas
se necesitan.
¡Arriba d'ellos!
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