Un blog de Malena Millares

domingo, 3 de abril de 2016

LA FE COMO BANDERA




Foto cedida por Tinta Amarilla


Toda expectativa se centró ayer en el partido frente al Valencia. Se debía ganar; se tenía que ganar para sumar tres valiosos puntos que nos acercaran un poco más a la permanencia, esta vez estimada en los treinta y nueve. Pero el asunto no comenzó bien. Se encajó un gol demasiado pronto con la consiguiente desazón por parte de todos. Aún quedaba tiempo, demasiado como para perder la fe, pero ese tropiezo generó ansiedad en el equipo canario, que trataba de acercase, con más corazón que cabeza, a la portería contraria, aunque con pocos argumentos. El equipo valenciano, con nuevo entrenador, parecía seguro con el 0-1. No imaginaron que llegaría la metamorfosis de los amarillos. 

En el descanso observé rostros cariacontecidos de aficionados; escuché algunas opiniones, a mi juicio torticeras, sobre Javi Varas, y percibí en ciertas miradas el reflejo del miedo, ese miedo que nos atenazaba en un reciente pasado. Sin embargo, yo tenía fe, y así se lo transmití a quienes tuve a mi lado. Este equipo lleva jornadas creciendo a pasos agigantados, y sabía que la segunda parte sería bien distinta a la primera.

Lo que Quique Setién tuvo que corregir e inculcar a sus muchachos dio su fruto. Desde el primer pase del segundo tiempo la UD Las Palmas supo lo que se traía entre manos, mejor dicho, entre botas. Los goles llegaron de aquella manera, pero llegaron. El primero de penalti convertido por J. Viera, que nos puso los latidos al galope, y el segundo de Mustafi, en propia puerta (2-1). Esta vez la suerte sobrevoló el Gran Canaria ¡Ya era hora!

Javi Varas, con enorme profesionalidad, supo contrarrestar el mal sabor de boca que le dejó el gol tempranero, y realizó muy buenas paradas. El público lo arropó durante los noventa minutos. Sin embargo, por la tensión acumulada, el portero nos dejó una bonita imagen al finalizar el partido: cayó de rodillas sobre el césped y varios de sus compañeros fueron a abrazarle. Momento emocionante.

Hoy el corazón futbolero piopiense está feliz, y no es para menos. La casta, el sacrificio, la entrega y el buen hacer de este equipo lo llevará pronto a puerto seguro. 

Usando la expresión favorita de mi amiga Dulce, futbolera hasta la médula, hoy digo: ¡Qué contenta me tienen mis pollitos!

¡Arriba d'ellos!









1 comentario:

  1. VAYA EQUIPO DE GOLFOS, DESDE EL PARTIDO DEL GIJON SE LES VIO EL CAMBIO A PEOR, PERO HAN CONSEGUIDO ALGO? DE LOS 4 PARTIDOS Q RESTAN NO GANAREMOS NI UNO, RECUERDEN !!!

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