Semana
singular esta última cuyo colofón fue un empate en casa (0-0),
resultado nada halagüeño para las aspiraciones de ascenso de la
Unión Deportiva Las Palmas esta temporada.
El
partido frente al Numancia comenzó con una pitada a Sergio Lobera
por un amplio sector de la grada, una vez fue nombrado por los
megáfonos tras la alineación de jugadores. Terminó con una
considerable pañolada de los aficionados en señal de
disconformidad. Sin embargo, en el transcurso del partido, se repitió
este canto: “Te hacen la cama, Lobera te hacen la cama” (en
referencia a... quién sabe a quién). La afición observa, siente,
analiza y se manifiesta según sus conclusiones.
Unos
apuntan como responsable único de esta etapa crítica al entrenador,
con argumentos que se apoyan, principalmente, en su juventud, en su
poco bagaje profesional, en su aparente falta de carácter y
autoridad, o que es algo bisoño en cuanto a conocimientos
futbolísticos, apreciación esta última que les lleva a decir, voz
en cuello, que a pesar de habernos llevado a la liguilla de ascenso
el pasado año, no está dando la talla actualmente.
Otros
critican sañudamente a ciertos jugadores, considerando que su
actitud en el campo no corresponde a la de un deportista de élite,
incluso dudan de que exista tal actitud. Censuran su comportamiento
bajo evidentes signos de desdén, apatía o rebeldía, dejando caer
que, de vez en cuando y de manera sospechosa, buscan ser expulsados,
mermando con este hecho el rendimiento del resto, pues, según
opinan, de subir a Primera no se contaría ya con ellos.
Están
los que dudan e infravaloran la eficacia del cuerpo técnico.
Insisten en una lista de nombres de jugadores, incorporados en los
últimos tiempos al equipo, que llegaron, apenas jugaron, y se
marcharon sin pena ni gloria.
Y
los hay quienes señalan las tres patas al unísono, con su
presidente incluido.
Para
unos y otros, incluso para los aficionados, no es fácil abstraerse
de tanta presión mediática. Un entrenador cualquiera es el
profesional por excelencia que tiene siempre su equipaje preparado
tras la puerta. Él sabe mejor que nadie que, cuando los resultados
no se dan, será el primero en ser señalado, y que pronto se
olvidará su trabajo, haya sido bueno, regular o malo. Así funciona
esto.
Miguel
A. Ramírez, el presidente, pide calma. En su declaración de anoche
dejó claro que su consejo y él actuarán con responsabilidad en
todo momento. No vaciló en apoyar al entrenador, y añadió que si
Lobera fuese cesado contemplaría también la salida del cuerpo
técnico. Sergio Lobera sigue siendo el entrenador de la UD Las
Palmas y así lo manifestó.
Pasarán
los años. Perderemos lozanía, bravura y algo de nuestro tino, y nos
iremos de este mundo, pero el fútbol seguirá estando vivo, como
tantas otras cosas, provocando filias y fobias. Se seguirán
juntando seres variopintos para dirigir clubes de fútbol, unos más
generosos que otros, unos más cualificados que otros, pero,
supuestamente, con las mejores intenciones. Los aficionados serán
nuestros hijos, nuestros nietos. Y vendrán y, una vez más, serán
señalados entrenadores, jugadores, cuerpos técnicos, presidentes, y
luego se marcharán. Así son los entresijos del fútbol, más allá
del balompié.
Aunque
lo idílico, lo honroso y lo aséptico sería que quienes vengan y
vayan lo hagan en función de unos resultados, compendio de trabajo,
buena o mala suerte, carambola y la propia inercia del fútbol, y
nada más. Pero me temo que las intrigas, elucubraciones, desórdenes
y excesos, que parecen inherentes al ser humano, nos evitarán, en
parte, disfrutar sin presiones de este complejo y bonito deporte.
Lobera es un gran entrenador.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Rosa.
ResponderEliminarUn abrazo y mucho ánimo.