Que
todos los amantes del fútbol llevamos un
entrenador dentro, es una afirmación muy oída en el ámbito
del once contra once.
Formamos
y emitimos criterios avalados por haberlo practicado desde la
infancia hasta la madurez, por los muchos años sentados en las
gradas de los estadios, por las tantas horas ante el televisor, las tertulias, o por lo reflejado en los medios de comunicación.
Esta
afirmación, si partiese del reconocimiento de las limitaciones que tenemos quienes no somos entrenadores, y siempre que
lo vertido se haga con respeto y con la premisa del 'creo' u 'opino',
y no desde la prepotencia de mirarnos como si fuésemos el ombligo
del mundo, pienso que, lejos de perjudicar, enriquece, y mucho, esta
disciplina deportiva.
Cuando
se tiene la oportunidad de acceder a una entrevista hecha con rigor a
uno o más entrenadores de renombre y desgranarlas, y cuando las
respuestas obtenidas demuestran que apenas uno sabe de esto porque se
desconoce el meollo, siento que no hay más remedio que pararse y
hacer un ejercicio de humildad.
¿Hasta
dónde es conveniente censurar y con cierta alegría quienes no somos profesionales, aunque sí experimentados, amañados, incondicionales, seguidores...? Me pregunto.
¿Hasta
cuándo habrá que tolerar a los que con desprecio y en tono soez
vociferan contra un entrenador, la misma persona a la que semanas
antes aclamaban, amparándose en que un abono incluye el insulto a quien le venga en gana? O a quienes, sentando cátedra, desde la grada,
antes de que comience un partido ya crean ambiente cuestionando la
alineación y, prácticamente, todas las posteriores decisiones del
entrenador. ¿Hasta tal punto conocemos lo que es fútbol?
Mientras
más lo disfruto más me apasiona, y más respeto me merece lo que le
rodea, porque mucho ha cambiado y ha avanzado este deporte y entran
en juego demasiados factores. Si no perdemos el norte y no nos
revuelven en exceso los egos, creo que hasta los profesionales nos
agradecerían cualquier aportación, si los criterios a expresar
partiesen desde la serenidad y la humildad, incluso no siendo nunca
objetivos. Vemos fútbol porque nos gusta y es inherente a él la
necesidad de opinar. Pero no parece cosa buena olvidar nuestra
limitación al respecto, nuestro desconocimiento de los entresijos en
el antes, el durante y el después de cada partido, porque no somos
esos profesionales que en su día sacaron un título, aunque sigamos
llevando dentro y durante el
resto de nuestra vida a un entrenador en potencia.
Quizás sería bueno preguntarnos…
ResponderEliminar¿Por qué la grada opina con esos aires de juicios de valor/conocimiento?
Algunas respuestas podrían ser:
a) Existe una cultura irrespetuosa ante los profesionales del deporte, llamados entrenadores titulados.
b) Verdaderamente, es un deporte que muchos llevan en los genes de hace muchísimas generaciones, y dado que el juego no ha cambiado por lo general en su esencia, donde sus reglas y en su estructura funcional son prácticamente las mismas, entonces realmente el conocimiento de un entrenador pudiera ser equiparado al conocimiento de estas personas y aficionados.
c) Hay muchísimos entrenadores titulados en las gradas. Tampoco es una carrera universitaria, y el gusto por este deporte, unido a como digo la mínima exigencia discente hace que tales opiniones de "las gradas" no son sólo de aficionados, sino de aficionados y entrenadores, que no es lo mismo que de "entrenadores aficionados".
d) Etcétera (se admiten muchísimas más opciones de respuestas, que pueden ser perfectamente válidas e incluso pueden darse el caso que las opiniones de los aficionados en determinados momentos sean mejores, más resolutivas y eficaces que las del propio cuerpo técnico y/o directivo).
Muchas gracias por tu comentario, Efrén.
EliminarOjalá siempre existiera el respeto para los profesionales del deporte, para todas esas personas que nos hacen, a los que no lo somos, la vida agradable y dinámica.
Un saludo.