Un blog de Malena Millares

domingo, 9 de septiembre de 2012

UD LAS PALMAS-ALCORCÓN (1-3)

Anoche, saliendo del estadio y mientras me dirigía al coche, llevaba conmigo tanto malestar, tal desazón, que al entrar en él no quise escuchar ninguna emisora de radio. Se hacía necesario, antes de compartir cualquier pensamiento u opinión, una reflexión desde la serenidad. Ahora, en los instantes que escribo esta entrada para el blog, sigo en la misma línea: no he leído nada, no he escuchado nada, y, en consecuencia, tampoco sé que ha podido decir Sergio Lobera en la rueda de prensa. Pero las horas, ese bendito tiempo que a veces hay que dejar pasar como tiempo muerto para ubicar todo en su sitio, me han llevado a un análisis del partido frente al Alcorcón, y también sobre sus alrededores. Señalo algunos puntos que, a mi juicio, parecen destacables:
- Jugamos ante un equipo que supo bien lo que hacía, siendo superior a nosotros en todo momento (colocación, presión, acierto, manejo de los tiempos y velocidad), y Bordalás nos ganó en todos los aspectos.
- Nuestro entrenador, a pesar del varapalo que recibía, se la jugaba a una carta, quizás confiando en que los trazos endebles de su dibujo darían paso a una obra mejor, y el equipo madrileño nos asfixió. No reaccionó a tiempo, y cuando lo hizo, la desesperación se metió en la cabeza de la mayoría de los jugadores, que terminaron por hacer la guerra por su cuenta. No paso por alto una clarísima ocasión de gol, cuando Thievy no le brindó el balón a su compañero y él mismo lo estrelló contra las piernas de los defensas. Seguro que su deseo era agradar, era su primer partido y es comprensible, pero en esta categoría, y más aún en esta temporada, los equipos a batir son sólidos, y la mayoría han militado en primera recientemente. Así que, nuestros futbolistas, tienen que tener muy claro que se juega en grupo, y por lo tanto, la generosidad no debe brillar por su ausencia. Me sorprendió, además, la pasividad de algunos jugadores, que perdiendo la pelota no lucharon por  recuperarla.
- En el capítulo “Árbitro” apenas puedo opinar porque, como dije, no he escuchado ni he leído si en el repaso de vídeos se ha comprobado si hubo penalti o no a Chrisantus, aunque a simple vista me pareció que sí. Pero, a pesar del murmullo vecinal, no creo que influyera en el resultado. Ganaron ellos porque lo merecieron, y en esto me parece que coincidiremos muchos.
- El portero, Barbosa, paró un penalti en el primer minuto del partido, haciendo presagiar una bonita noche de estrellas, pero la realidad fue otra bien distinta, nos estrellamos; de nuevo se oyeron los murmullos en la grada, y el twitter se alteró dando rienda suelta a cualquier expresión. Es evidente que entre las muchas virtudes del argentino la regularidad no es una de ellas, y esto transmite inseguridad al resto del equipo, aunque, ayer concretamente, más de uno hizo aguas. 
- Lo que sí me parece fuera de lugar es que, sin haber concluido el primer tiempo, tanto Barbosa como el resto de jugadores, recibieran numerosos silbidos por parte de algunos sectores del estadio. Eso se debe dejar para el final. Y lo manifiesto claramente: ¿qué se consigue con increpar al equipo mientras está jugando? ¿qué? Francamente creo que nada bueno, al contrario: contribuye a crear un ambiente negativo, de desesperación, olvidándonos de que son nuestros colores, nuestro escudo y de que debemos alentarlo.

Estamos empezando; son apenas cuatro partidos y el equipo no ha asimilado todavía lo que tiene que asimilar. No todos opinarán lo mismo, y lo respeto profundamente, y es, precisamente este respeto, el que me permite expresarme como lo hago. Tengamos un poco de paciencia ¡queda tanto de tantas cosas...!

Cuando se exagera un sentimiento, desaparece la capacidad de razonar” (Gustave Le Bon).

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