Hoy
era un día importante para la UD Las Palmas porque necesitaba
mostrarse a sí misma, y también a los seguidores, que la imagen dada
en los tres últimos partidos podía revertirse, y así acercarse de
nuevo a la afición que, en este año deportivo y siguiendo el
mensaje de la directiva, se ha llenado de ilusión creyendo que por
fin ha llegado la temporada en la que jugar la liguilla es un
objetivo a lograr.
Cuando
a los seis minutos de partido la Unión Deportiva perdía por 0-1,
gol de penalti marcado por Marcos Senna, todo hacía presagiar lo
peor en el Gran Canaria: otra posible goleada, un descontento mayor
de los aficionados, soberana pitada, pañuelos blancos e incluso el
grito unánime del cese de Sergio Lobera. Pero afortunadamente no fue
así. El equipo, lejos de descomponerse, jugó la mejor media hora
que, en mi opinión, he visto después de la visita a Santander. Los
jugadores nuestros se medían con el Villarreal, quizás el equipo
de esta categoría con el centro del campo de más calidad y con
individualidades que nadie cuestiona, y supieron sobreponerse al
primer mazazo, pudiendo empatar en la primera parte, ya que Vitolo y
Javi Guerrero (jugador que destacó) estrellaron cada uno el balón
contra el palo. Pero, no sólo empatamos comenzando la segunda parte
con gol de Thievy, sino que remontamos un resultado adverso, ya que,
en el minuto setenta, Macky Chrisantus dio un magnífico pase a su
compañero que marcó el que fue el segundo gol de Las Palmas. La
alegría apenas nos duró diez minutos, puesto que Barbosa cometió
un penalti que de nuevo convirtió Senna, y así quedó reflejado el
definitivo empate a dos.
Mi
filosofía de vida es siempre ver la botella medio llena y no medio
vacía, y en el fútbol no iba a ser menos. Y hoy, tanto el equipo
como Lobera, me han transmitido buenas sensaciones porque la actitud
de todos ha sido inmejorable. La aptitud les sobra. Si en los tres
partidos anteriores no se hicieron bien los deberes, creo que en esta
tarde han dado un giro notable corrigiendo muchas cosas, aunque no
hay que obviar que la defensa debe hilar más fino, y evitar encajar
tantos goles. A pesar del empate, el entrenador, que no ha renunciado
a jugar al fútbol, algo que muchos agradecemos, debe estar contento
con el trabajo de todos y orgulloso de la actitud del equipo frente a
un gallito que casi seguro estará el año que viene en la primera
división. Yo hoy estoy mucho más feliz que el domingo pasado y
espero que menos que el próximo.
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