Si bien es
cierto que los números aún pueden salvar a la UD Las Palmas del
descenso, no es menos cierto que la puesta en escena y el espectáculo
ofrecido durante toda la temporada, incluida la tarde de ayer, nos
llevan a presagiar que la dinámica del equipo no es la óptima para
una recuperación casi milagrosa que nos libre de la quema.
Con la
llegada del cuarto entrenador, Paco Jémez, hemos apreciado en dos
partidos, uno de Copa y otro de competición regular, una mejoría
notable en los primeros cuarenta y cinco minutos, para luego diluirse
en la nada en las segundas partes. Tremendas fueron las palabras del
míster después del encuentro con el Eibar: “Hay cosas más graves
de lo que pensaba”.
Si echamos
la vista atrás, apenas unos cuantos meses que abarcan la última
etapa de Setién, no se nos esconde que el declive comenzó con la
noticia de que no habría renovación. Al finalizar la temporada
2016/2017 algunos jugadores reconocieron, públicamente, haberse
entregado a la desidia, por aquello de la permanencia conseguida con
antelación y el hecho de saber que quien estaba dirigiéndoles ya no
se sentaría de nuevo en el banquillo. Y comenzó una nefasta carrera sin meta que se ha ido saldando con demasiadas derrotas y pocas victorias.
Observando
desde la distancia, no parece que algunos de los nuevos fichajes de
esta temporada hayan sido los adecuados para defenderla, puesto que
Jémez, recién llegado, no quiere contar con ellos. “Creo que
tenemos la mejor plantilla en la historia de la UD Las Palmas”, son
palabras de su presidente que por desgracia nos están recordando el
cuento de los Hermanos Grimm, con la tristeza de que el Príncipe se
convierte en cada jornada un poco más en Rana.
El año
empieza, y pronto lo hará la segunda vuelta. Errores, haberlos
haylos, y ya que a este entrenador le dejan hacer, algo
muy recomendable, espero que una luz divina le ilumine para
transmitirle al equipo todo lo que convenga y así permanezca un año
más en Primera. Luego se verá. Aún quedan secuelas del Cordobazo,
y un remanente del ascenso con las emociones al límite, y no se
puede repetir nada parecido tan pronto. No hay que seguir en posición
sedente.
¡Arriba
d'ellos!
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