Un blog de Malena Millares

sábado, 11 de diciembre de 2010

TEMPERAMENTO EN EL GRADERÍO


Vaya por delante, y sin ningún género de dudas, que lo que voy a relatar no tiene tintes racistas ni xenófobos. Es simplemente una anécdota más de las tantas que salen de los campos de fútbol, del meollo de las gradas, y así la voy a contar. Pero antes hago la siguiente observación: reconozco que cuando un jugador de raza negra, sea cual fuere su equipo, salta al terreno de juego, a priori tengo la sensación de que sale a jugar un verdadero atleta, un hombre fornido, un gran futbolista con mucha garra, con el consecuente temor (siempre que no pertenezca a mi equipo) de que su papel en el campo ha de ser crucial para los suyos.

En una de esas temporadas aciagas que ha tenido nuestro equipillo en los últimos años, y en el transcurso de un partido jugado en el Estadio Insular, bien entrada la segunda parte, el entrenador contrario mandó a calentar a un jugador de su banquillo. Era un chico de raza negra.

Por aquel entonces, el Insular no había sido cubierto con los asientos de plástico amarillos y azules. Nos sentábamos sobre el frío cemento. La grada curva, con aquel peculiar olor a puro, se prestaba a comentarios sonoros de todo tipo que la gente de forma espontánea hacía. Un par de filas detrás de mí, se solía sentar una señora de mediana edad, de constitución delgada y continuos ademanes que ponían al descubierto su temperamento nervioso. Solía vivir los partidos, a mi modo de ver, con mucha intensidad. Gritaba y se enfadaba con demasiada frecuencia. Era del tipo de seguidora que todo lo censuraba de forma continuada a lo largo de los noventa minutos, pero con la particularidad de que cuando enchufaba su ventilador verbal, sus “aires” se dirigían hacia todos sin control, es decir contra la Unión Deportiva Las Palmas y contra el equipo visitante, y casi siempre sin criterio, aunque reconozco que alguna vez a la señora le sobraron razones. Quizás utilizaba el fútbol como terapia y de ser así, con toda seguridad, encontró en nosotros los sufridores un verdadero psiquiatra.

En ese encuentro íbamos ganando por 1-0 y lo estábamos pasando francamente mal. Era un partido desesperante, no sólo por la incertidumbre del resultado sino por la mala situación clasificatoria que llevábamos esa temporada. Pero, como antes referí, comenzó su calentamiento el jugador en cuestión. Cuando ella vio por la banda a aquel corpulento muchacho negro, corriendo de un lado para otro, brincando, estirándose... y todo eso que hacen los futbolistas antes de salir a jugar, comenzó a gritar: ¡y ahora encima, van a sacar a un negro, el conejo me riscó la perra! Menuda murga nos dio con este chico. El jugador de haberla oído hubiese pensado que estaba cometiendo algún horrible pecado por ser de otra raza. No hacia más que vociferar. Esta expresión, la de negro, mientras calentaba la fue repitiendo con insistencia en todas sus variantes. No les quepa la menor duda de que tenía al respetable público un poco cansado con tanta reiteración.
Este futbolista entró al campo, pero cuando quedaban pocos minutos, nos marcaron un gol, y a estas alturas ya podrán imaginar quién para su desgracia lo hizo. ¡Señor! para qué fue aquello... Otra vez la misma letanía ¡Yo lo sabía, lo sabía que este negro nos iba a hacer la puñeta! Y entonces un señor, harto ya de la rezongona mujer, se volvió hacia ella y con voz “ronera” le increpó: ¡Señora, por Dios! Yo sí que estoy negro de tanto oírla ¡cállese un pizco, coño!

Ni que decir tiene, que esta pobre aficionada puso el cerrojo a su boca lo que restaba de encuentro, se fue con la cabeza gacha del estadio y que yo recuerde, nunca más la vi por allí. A pesar de todo la eché de menos, ella también formaba parte de aquel venerado graderío que tantas tardes peculiares me regaló.

2 comentarios:

  1. Te devuelvo las felicitaciones. Una lección de Sociología llevada al Estadio Insular. Me imagino el tono y hasta la cara del que tenía la voz ronera. En un día como hoy, tras la primera derrota en casa (tenía que llegar: esto es fútbol) se agradece esta pincelada de humor canarión y futbolero. Un abrazo

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  2. Gracias Santiago. Estoy totalmente de acuerdo con tu última entrada "LLEGÓ EL MOMENTO". No se puede decir más claro lo que nos está ocurriendo. Muchos inconvenientes son los que estamos teniendo, pero todo esto pasará, son etapas del fútbol. Es verdad que debemos seguir unidos hasta en las derrotas, pues después de mucho tiempo tenemos una hornada de jugadores que nos darán muchas alegrías y espero que sea pronto. Como tú, sigo apoyando el trabajo de Paco Jémez. Un beso.

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