Entre
las pertenencias de mi padre encontré un cuaderno que lleva por
título “Muy señores míos..." Crónicas de la Liguilla de
Ascenso, escrito por Servando Morales en el año 1951. Fue una
recopilación de los trabajos de este colaborador, publicados en el
periódico “Falange”, que hicieron vibrar a todos los aficionados
en aquellos días febriles en los que la UD Las Palmas se jugaba el
ascenso a Primera División. Recoge15 crónicas amenas y
sorprendentes. Les animo a que lean esta primera del cuaderno; es una
pequeña muestra de cómo se vivieron esos momentos.
“Mis
crónicas, aquí estrechadas como una especie de pequeño, reducido y
acaso particular archivo, son crónicas completamente deportivas a
todo lo largo y a todo lo ancho”. (S.Morales)
EL ESTADIO
INSUFICIENTE
Como
presumía alguien públicamente el sábado, cerca de estas mismas
columnas, el “Estadio Las Palmas” resultó insuficiente el pasado
domingo.
Mi
preferencia era un asiento de cemento como tres y dos son cinco. No
digo que incómodo, ¡incomodísimo!: un niño me pisaba la chaqueta,
los espectadores que iban a la arena nos salpicaban con ella de vez
en cuando -es natural: la emoción- y el sol castigándonos las
espaldas, que era un encanto, amén de otras pequeñas incomodidades
que por lo visto no queda más remedio que aguantar por el ridículo
precio de 32 pesetillas. Un deleite.
Mientras
aguardábamos a que el niño dejara de limpiarse los zapatitos en
nuestra chaqueta y a que concluyera el partido preliminar entre el
“Aviación” y “Nuevo Club”, nos dedicamos a examinar la
construcción del Estadio. Un perito agrónomo -y digo agrónomo,
porque era agrónomo- sentenciaba: “Esa pared se está cayendo”.
En efecto. Una pared de ladrillos, por la parte de preferencia,
“apuntada” -es un decir- con unas cuerdas algo más gruesas que
hilo acarreto, está diciendo: ¿Me caigo o no me caigo? Fue
bondadosa; no se cayó. Pero se caerá, indudablemente, si no la
arreglan.
Y mientras
dábamos fin a estos comentarios reconstructivos sonó el primer gol
de la tarde a favor de nuestro “Unión Deportiva”, que se lució
como algo inconcebible.
A los diez
minutos de comenzar el juego sonó el segundo gol. Y ya nos pusimos
nerviosos: “Queremos goles”, decíamos. Y vaya si hubo goles.
Tantos, que pudieron repartirse a peseta por entrada de socio de
preferencia … (seis pesetillas vale eso).
El defensa,
señor Juanono, es un gran hombre. Sí, porque unido su buen estilo,
voluntariedad y arte como jugador, con su nobleza de amplio
deportista, resulta eso: un gran hombre.
Y el señor
Tatono con codicia y talento brilló deliciosamente sobre el terreno,
montando guardia permanente de jugador de clase con ese rayo de
audacia y nobleza que es el señor Yayo.
Estos
fueron, a mi humilde parecer, los mejores del encuentro. Y los doce,
¡magníficos! (el portero, señor Montes, tuvo que hacer mutis,
lesionado, después de unas intervenciones muy acertadas y después
de un buen discurso del señor árbitro).
Los jueces
de línea era “nuevos en esta plaza”. Y el señor Pérez
Rodríguez, que dirigió el encuentro, fue una especie de García
Sanchiz del arbitraje: “hablaba” continuamente, muy bien, e hizo
cosas nuevas que no comprendíamos, pero que, poco a poco, iremos
comprendiendo con árbitros así …
De los
visitantes no queremos hacer comentarios. Sé que había un par de
“internacionales” que estuvimos buscando por todo el campo, pero
¡ay! se esfumaron ante el juego arrollador de nuestro “U. D.” El
“moreno” se eclipsó. Y al señor Juanono, los murcianos lo
trataron a cuerpo de rey; lo dejaban solo, que se entendiera con el
esférico, que él sabía lo que tenía que hacer. Y era que el señor
Juanono imponía.
El señor
Tacoronte, tan alegre como siempre, hacía sus “off-sides”
correspondientes que reparaba con una sonrisa o una palmadita en las
espaldas a la defensa del Murcia. El señor Tacoronte es un buen
elemento, pero todavía está a falta de desbaste después de su
larga lesión.
Nos
maravilló el tren de empuje, la velocidad, las ansias y el
entusiasmo de todo nuestro equipo que regaló seis golazos como seis
soles, porque un público entusiasmado y cariñoso se lo pedía desde
el Estadio -insuficiente e incómodo-, que grita hasta desgañitarse
por llegar a Primera División con todas las de la ley.
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