No
es fácil decirle adiós a un sueño que estuvo a punto de
alcanzarse, a un instante de júbilo que casi se toca con las manos y
que nos habría permitido jugar otra final, la cual vimos volar a
falta de un solo gol. Esta última palabra es siempre la que inunda
de magia el mundo del fútbol. Al gritarla se liberan tensiones y se
generan ilusiones, y por ella un fin de semana tras otro los
amantes de este deporte nos sentamos en una grada de cualquier
estadio o ante un televisor. Pero ese gol necesario para nuestros
intereses, ese único gol que nos daba el pase a la siguiente y
última eliminatoria, no llegó, y el sueño se esfumó, a pesar del
buen y serio partido que jugó la UD Las Palmas en Almería; prueba
evidente fue que el contrario terminó pidiendo la hora ante otro
equipo que acabó con nueve jugadores en el campo, tras las
expulsiones de Chrisantus y Javi Castellano.
A
pesar de las pocas horas transcurridas, esto ya pertenece al pasado y
lo mejor será levantar rápidamente el ánimo, poniendo las miras en
la próxima temporada que está a la vuelta de la esquina.
La
que recién hemos dejado atrás ha sido una temporada un tanto
peculiar. Comenzó con el objetivo de los últimos años, que no era
otro que conseguir la permanencia en la 2ª A, y, sin embargo,
terminó la campaña con el equipo jugando la liguilla de ascenso a
1ª División.
En
medio de ella hubo 18 victorias, 12 empates y 11 derrotas, con un
periodo de 7 semanas ( 01-9-2012 a 5-10-2012) en el que la UD
consiguió solamente 2 puntos, por lo que no tardó en aparecer, en
algunos medios, el eterno debate sobre el cese del entrenador, en
este caso sobre Sergio Lobera, considerado por unos como algo bisoño
y por otros como un gran descubrimiento. Después se dio la
circunstancia de sumar 30 puntos en los siguientes 13 partidos, por
lo que empezamos a creer en que 'sí se podía' y que la posibilidad
de ascender no era una idea descabellada. Luego llegó la segunda
vuelta con partidos cruciales en casa, tales como el del Guadalajara
(0-1) y Hércules (0-0), con el estadio a reventar de aficionados,
que quién sabe si, de haberlos ganado, ahora estaríamos pensando en
el Camp Nou o en el Santiago Bernabéu, por ejemplo.
Mi
percepción es que ha sido una temporada inconstante, que adoleció
de la regularidad que requieren los equipos con proyecto de ascenso,
aunque ese no fue el objetivo inicial, y quizá por ello no se
reforzó con jugadores veteranos y contrastados para su columna
vertebral. Pero le llegó la oportunidad por un empeño colectivo y
también por el factor suerte, que tantas veces nos acompañó
durante las jornadas.
Se
contrató a un entrenador joven con poca experiencia, pero con
conocimientos sobrados para lo que casi logra, después de tantos
años y tantos técnicos que han pasado por este banquillo
impidiendo, con mérito, que el equipo cayese en el pozo oscuro de la
2ªB.
Desde
la objetividad y la serenidad que da siempre el paso de las horas, la
miro ahora como la temporada que fue de aprendizaje, de superación,
de sepultura de temores, de recuperación de la confianza perdida
tras años de incertidumbre, sobre todo en lo económico, pero,
principalmente, ha sido la temporada en la que germinó la ilusión,
que no parará de brotar y crecer.
Ha
sido también la del despertar de un grupo de aficionados, de esos de
toda la vida, que se mantenía al margen, cansados y aburridos de
tanto esperar, pero que regresaron para alentar al equipo junto a
los incondicionales de siempre hasta el último segundo, sin
importarles un resultado adverso, porque también han comprendido que
esto del fútbol es un estado de ánimo, y si no decaen ellos, menos
lo harán los jugadores. El propio presidente, Miguel Ángel Ramírez,
después de lo ocurrido ayer, habló ante los medios de comunicación
(como se esperaba) dando un mensaje de optimismo y, bien despierto,
adelantó lo que tendrá que ser el nuevo proyecto 2013-2014 de la
Unión Deportiva Las Palmas , que no tendrá otro norte que el
ascenso.
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