Él,
como otros, se dice: Esto es fútbol y nada más.
Ella
se cuestiona: ¿Por qué soy tan sensible con lo que rodea a mi
equipo?
Alguno,
mañana, tarde y noche, se repite: Sí se puede.
A
más de uno se le ve cariacontecido, no entiende qué está
ocurriendo.
Yo
intento alentarme a mí misma y arrimarme a ese 'alguno' para no
andar cabizbaja después de la victoria de la Ponferradina ante el
Murcia, que nos ha relegado a la séptima plaza con la consecuente
salida de los puestos de liguilla, a falta de dos jornadas (seis
puntos) para finalizar la temporada 2012-2013.
Sabemos
que esto es fútbol, solo fútbol. Un deporte que nos apasiona a
muchos por su habilidad, por su astucia, porque posee los preceptos
suficientes para hacer de él un hermoso espectáculo. Un deporte que
nos hace vibrar, cantar, gritar, abrazar a personas que jamás
habíamos visto, y que nos puede hacer llorar de emoción. Y, por
ello, estaría bien disfrutarlo como tal, es decir: aceptar las
derrotas estoicamente y disfrutar plenamente de las victorias y de
los retos conseguidos.
Pero
un sentimiento no se puede pesar ni tampoco medir; surge de manera
espontánea y, en este caso, nos hace seguidor de un equipo
determinado, normalmente el de la tierra, y, sin saber cómo, lo
metemos en el corazón y nada lo arranca de él. El sufrimiento,
entonces, entra en juego y hace su papel honrosamente, como un buen
actor sobre el escenario, que te hace inevitable la pena y el
desasosiego si la obra tiene tintes trágicos.
Ayer,
a pesar del resultado negativo de la UD, los más esperanzados
confiábamos en la derrota de la Ponferradina; de esta manera nuestro
equipo seguiría en puestos de promoción, pero no ocurrió así.
Ahora la esperanza se tambalea.
Así y todo, llegando
a este punto, no me queda otro remedio que convencerme de lo
importante, vital diría, que es seguir apoyando al equipo hasta el
final. Al ser fútbol, solo fútbol, cualquier cosa puede ocurrir,
como que gane Las Palmas los dos partidos y que falle el equipo
leonés. Después se vería. En caso contrario tendremos tiempo para
analizar y debatir.
También
mucha penita por la ocasión malograda.
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