No
hemos tenido hoy domingo una buena tarde de fútbol, en cuanto a
diversión se refiere, pero, a pesar de todo, obtuvimos otra
importante victoria (1-0) ante la SD Ponferradina, que finalizando la
primera parte se quedó con diez jugadores por la expulsión del
jugador Carlos Ruíz, después de ver la segunda tarjeta amarilla.
Fue un partido sin brillo y sin emociones, salvo el gol de Javi
Guerrero nada más comenzar el segundo tiempo, que ha dado a la UD
Las Palmas otros tres valiosos puntos. Visto lo visto, me pareció un
partido muy aburrido, sobre todo la segunda parte; un espectáculo
que invitó al bostezo. Pero, insisto, jugamos en una categoría
perra, y aquí lo que vale, por ahora, son los resultados. La
dinámica ha cambiado para bien y eso es muy importante. No encajamos
goles y estamos ganando partidos, aunque con sufrimiento. Ya lo dijo
Sergio Lobera: conque mejoremos uno de los dos aspectos (evitar goles
o marcar más que el rival) es un paso hacia adelante de mucha
relevancia.
Por
cierto, ¿qué le ocurrió a Claudio Barragán, el entrenador de la
Ponferradina, que no quiso comparecer en la rueda de prensa? Quizás
tuvo un dolorcillo de tripa, o se quedó sin voz... Sea lo que fuere,
envió sus felicitaciones al equipo amarillo por la victoria; pero me
ha parecido, sobre todo por la falta de respeto a los seguidores de
su equipo, una reacción pueril y sin sentido alguno. No recuerdo
haber escuchado antes una noticia como esta.
Alberto y Óscar, dos grandes amigos |
Cambiando
totalmente de tema, les cuento que esta mañana recibí esta preciosa
foto de mi sobrino Óscar Millares, vestido con su equipaje de la UD
Las Palmas. Un aficionado de siete años que vive en el municipio
madrileño de Rivas. Siempre que el equipo juega cerca de la capital
va con sus padres a todos los partidos, animando, como cualquier
adulto, a los jugadores amarillos. En esta ocasión está acompañado
de su íntimo amigo y compañero de colegio con el que comparte su
afición por el fútbol, Alberto Suárez, seguidor de la SD
Ponferradina.
Antes
de comenzar el partido, decía mi primo de su hijo: “Hoy, que se
enfrentan sus dos equipos, han quedado para confraternizar,
fotografiarse con sus equipaciones, y decirle al mundo que, pase lo
que pase, para ellos sus dos equipos, al igual que ellos, son
hermanos para siempre”.
Como
Alberto y Óscar, hay muchos niños siguiendo a sus equipos,
sintiendo apego hacia sus colores, y muestran con orgullo sus
escudos. También nos recuerdan a los adultos algunas cosas que las
'inclemencias del tiempo' a veces logran que olvidemos. A los dos les mando un beso y un abrazo muy apretado.
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