Imagino como tienen que estar los ánimos de la afición de la UD Las Palmas después del partido que “apenas” hemos jugado con la SD Huesca y que perdimos por 2-0; algo así como yo me estoy sintiendo, soliviantada y muy enfadada por la imagen penosa que hemos dado ante el colista. Mientras escribo esto no sé que dirá en la rueda de prensa nuestro entrenador Juan Manuel Rodríguez, pero diga lo que diga, argumente lo que argumente, no creo que me sirva de nada. No sé cuales fueron sus intenciones para este encuentro, y doy por hecho, de antemano, que eran las mejores; pero no es agradable ver a nuestro equipo como un juguete roto en el campo, cuando, hace un mes apenas, estaba dando una honrosa imagen, ilusionando de nuevo a la afición, y ofreciendo buen juego y buena predisposición para ganar cualquier partido, sin amedrentarse ante ningún equipo. Jugar con diez jugadores no es nunca sinónimo de derrota, incluso entrenadores de renombre opinan que se juega mejor, por la intensidad y garra que ponen los jugadores.
En contra de la opinión de muchos, yo creo que Juan Manuel es un hombre que conoce bien lo que es el fútbol y sus secretos, un entrenador que en varias ocasiones nos ha salvado de entrar en el pozo de la Segunda B, por lo que le estamos muy agradecidos, pero como cualquier cristiano, no todo en él es perfecto. Aunque sólo hayamos sumado un punto en los cuatro últimos partidos, no es esto lo que me preocupa, sino la imagen de equipo desdibujado que estamos dando, y además con una defensa endeble que hace presagiar una extraña trayectoria de futuro. Perder, vamos a hacerlo muchas veces, seguro, pero cuando la película que has visto te gusta, aunque el final sea funesto, no decepciona, e incluso se la recomendamos a los amigos.
Deseo, y de hecho voy a seguir confiando, en que Juan Manuel vuelva a tocar las teclas adecuadas, y que el próximo viernes, frente al Villarreal B, enderecemos el rumbo que en este mes de noviembre hemos perdido.
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