Los
seguidores de la UD hemos vivido lo nuestro durante los últimos
años, y no ha sido poco. No les recordaré lo que juntos hemos
pasado porque continúa fresco en la memoria, como si los sinsabores
los hubiésemos sufrido en el día de ayer. Pero, por trabajo y con
algo de fortuna, la misma que antes se hacía la sorda, ya hemos
conseguido los treinta y nueve puntos que marcan la frontera virtual
estimada en esta temporada para la continuidad en Primera División.
Así que disfrutaremos de lo que queda de liga de forma bien
distinta a la de etapas anteriores. Y es que todo se allana cuando
desparece la incertidumbre.
Quique
Setién, quien no ha sido elegido por casualidad como el mejor
entrenador del pasado mes de marzo, ha dado con la tecla para hacer
funcionar a la UD de manera sorprendente, incluso cuando le faltaban
sus hombres habituales debido
a las numerosas lesiones. Es entrenador, pero hace las veces de
padre, sicólogo, confesor y hasta de milagrero, y todo con gran
habilidad, sin zafarse de algunos errores, ¡estaría bueno!
No
debe ser fácil sacar el máximo rendimiento a un numeroso grupo y
con talantes dispares. Gracias a su fortaleza, a la fidelidad con su
manera de entender el fútbol, ha ido siempre hacia adelante desde el
primer momento, a pesar de algunas voces discordantes, pero
advirtiéndonos, claramente, que con su manera de jugar se perderían
muchos partidos y se ganarían otros tantos. Por
méritos propios, y una pizca de suerte, el equipo ha entrado en una
racha imparable de victorias, las cuales nos permiten felicitarnos y
recrearnos con él. Alfredo Di Stéfano decía que ningún
jugador es tan bueno como todos juntos,
y siento que este es el sello que Quique Setién ha pegado, con saliva
propia, en cada jugador de la UD, aplicando esa filosofía.
¿Qué
esperamos ver en los próximos partidos? Seguramente lo mismo que
hemos apreciado en estas últimas jornadas: sacrificio, solidaridad,
unión, respeto, autoestima y competitividad. Estos muchachos no nos
van a defraudar. Se nota que ellos disfrutan cuando juegan, algo que
hacen casi de memoria. Estamos
gozando con el equipo como no recordábamos.
A
modo de anécdota les cuento que mi sobrino Óscar, nacido en la
isla, pero residente en una localidad de Madrid, me confesó ayer el
rito que ha llevado a cabo en estas semanas: antes de que empezara
cada partido se encerraba en su dormitorio para pedirle al “Dios
de Las Palmas” que ganara su equipo. Doy fe de que sus padres
creen más en lo terrenal y en lo científico que en lo sobrenatural,
por lo que deduzco que lo del niño, con diez años, tiene su
mérito. Por cierto, en cada plegaria a ese 'nuevo dios', el partido
se ganaba. ¡Ave María! Mis hijos, que por sus edades han coincidido
más con la Segunda que con la Primera, empiezan a creerse eso de que
el fútbol de la UD Las Palmas llamaba mucho la atención en otros
tiempos, y ahora comprenden que algo tiene que ver con nuestra
idiosincrasia, con nuestro ADN.
Señoras, señores, lo dicho, a disfrutar de lo que nos queda, incluso de los partidos
que se puedan perder.
¡Arriba
d'ellos!
me alegra que una señora sepa tanto de futbool y quiera tanto nuestros colores . nuestras raices nos han devuelto al lugar donde nunca debimos salir arriba d!llos
ResponderEliminarMás que de fútbol, de arraigo y respeto por lo nuestro, Anónimo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.