A estas
alturas de la temporada le pesan muchas cosas a todos los equipos de la
Liga Adelante, y más a la UD Las Palmas. Dejó atrás la
plaza de ascenso directo, tras muchas jornadas en lo alto, y ahora
lucha por mantener un puesto para jugar la liguilla. El corazón me
da vuelcos con solo pensarlo. Todavía recuerdo lo del pasado año y
siento escalofríos... Quedan pocas jornadas y en este momento se puede
creer en cualquier cosa, aunque yo apuesto siempre por lo mejor, mientras no se demuestre lo contrario.
Este domingo
ante el Valladolid (1-1) noté los fallos típicos de unos jugadores
temerosos por no ganar, porque ganarlo pudieron hacerlo, sobre todo
en los minutos finales. Ahora me gustaría tener una varita mágica y
dar un giro a los tiempos para que jugasen al principio como al
final, sin ansiedad, con tiempo suficiente para conseguir una victoria, aunque
fuera pírrica; sin duda alguna fue mejor el segundo que el primero, y al final faltaron minutos. Pero insisto en que quedan
siete jornadas y la mayoría de los partidos se jugarán en casa, por
lo que no podrá faltar nuestro aliento.
Desde aquí
mi apoyo a Casto, nuestro portero. Me parece injusto que se le haya
pitado tras el gol. Nunca entenderé que en pleno partido se le pite
a cualquier jugador que ha saltado al campo a defender el escudo de
nuestro equipo, aunque las cosas no salgan bien.
Como apunte
final creo que Valerón debió salir antes para cansar al rival. El
balón corre más que él y era el jugador idóneo para dar pases a
los delanteros.
No pierdo la
confianza. ¡Arriba d'ellos, Las Palmas!
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