¡Caray
con este deporte y su entorno! ¡Cuántos quebraderos de cabeza nos
trae a veces! No hay nada como el fútbol para mover a las masas,
para exaltar los ánimos de sus seguidores; y qué pena que esa
energía no se distribuya con mesura y nos lleve a ser igual de
vehementes para luchar, por ejemplo, contra todas las injusticias,
que haberlas haylas.
Siguiendo
con el fútbol, hay que ver la cantidad de entrenadores que salen,
que nos titulamos (me incluyo la primera), antes, durante y después
de un partido. Como única y exclusivamente depende de los
resultados, si no es favorable a los intereses de nuestro equipo, la
mar interna se nos revuelve de tal manera que hasta podemos perder el
norte con esa pasión casi desmedida. Es cuando nos atrevemos a
cuestionar lo que el experto, en este caso un entrenador, decide.
Pero, eso también lo hace más hermoso, siempre que no se zahiera a
los implicados. Esa pasión, la admiración sentida por una historia
en la que muchos creyeron, por la que entregaron gran parte de su
vida, merece un respeto.
Y
cómo cambia el panorama de una jornada a otra. Pasamos de la
exultación a la más profunda de las decepciones, y sin tirar por la
calle de en medio. Seguramente no aprenderemos a relativizar un mal
resultado, porque tampoco lo hacemos con la propia vida, aunque
sigamos intentándolo.
Siempre
será el que es, el deporte por excelencia que tantos ríos de tinta
hace correr, el que saca del hastío a más de un individuo, el que
anima a llenar las gradas de un estadio de cánticos y colorido. Debe
ser algo más que once contra once y un balón pateado sobre un
césped cuidado. Algo tendrá que, a pesar de los años, no me canso
de él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario