El partido de esta noche,
tras el resultado de la ida (1-1), podía haberse decantado hacia el
bando valenciano o hacia el canario. De antemano nadie se atrevía a
presagiar lo que pasaría. Por un lado estaba el Valencia, un club de
los grandes de nuestro país, muy poderoso económicamente hablando y
con jugadores importantes; y enfrente la UD Las Palmas, un equipo
recién ascendido que, prácticamente, juega con los mismos
futbolistas de cuando militaba en la Segunda A, pero teniendo a su favor el
campo, la afición, y muchas ganas de llegar a la semifinal. Nada era
seguro para ninguno de los dos. Cualquier cosa podía ocurrir.
Y ocurrió que la UD tardó
en meterse en el partido (¿cansancio, lesiones?), y cuando lo hizo,
en los últimos treinta minutos, puso entre las cuerdas al Valencia,
que retenía el juego todo lo que el árbitro, Fernández Borbalán,
permitió, el que, además, se tragó un penalti muy claro, que de
convertirse otro gallo nos habría cantado.
Tengo cierta magua porque
mi equipo llegó a rozar la semifinal de Copa, pero también porque
pasó otro con la ley del mínimo esfuerzo, sin dar la talla como uno
de los mejores de nuestra liga. Había que ver, tras el pitido final,
a un par de ellos tirados sobre el césped, creo que dando gracias a
Dios. En fin...
Sí me produjo mucha pena
escuchar a una parte de la afición silbando a Culio cada vez que
tocaba la pelota. ¿Es una buena forma de proceder hacia un jugador
de nuestro equipo? No hago más que pensar en lo sucedido, por muy
soberana que sea la afición. Culio podrá gustarnos más o menos,
le saldrán mejor o peor las transiciones de balón, pero no creo que
nadie ponga en duda su entrega desde el minuto uno hasta el noventa.
¿Quizá no debió ser fichado? ¿En su momento tuvieron que fijarse
en cualquier otro jugador para la plantilla y no en él? Lo cierto es
que Culio forma parte de este conjunto, y creo que, mientras vista el
equipaje de la Unión Deportiva Las Palmas, ni él ni ningún otro
debería ser recriminado con silbidos mientras el partido se juegue,
y si hay que reprochar algo, mejor al final. Ninguno se escapa de los
murmullos que nos salen del alma cuando algo se tuerce, y eso ya es
más que suficiente.
Nos apeamos de la Copa y
le decimos adiós hasta la temporada que viene. Ahora toca darle un
enorme saludo a la liga que continúa. El próximo domingo
emprenderemos una nueva batalla contra el Celta.
¡Arriba d'ellos!
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