Ahora mismo
no existen palabras ni gestos que puedan consolar o animar al
seguidor de la UD Las Palmas. La realidad es que los diez puntos
conseguidos hablan por sí solos. La espiral en la que ha entrado el
equipo no es nada halagüeña, porque, aunque quedan partidos por
delante, la imagen ofrecida hasta el día de ayer no da señales de
mejoría ni cosa que se le parezca. Son dos los entrenadores que han
cogido las riendas del equipo desde que comenzó la temporada, y tres
si se cuenta con Paquito Ortiz, que ejerce como tal hasta que venga
el nuevo entrenador, el cual parece que viaja en globo.
Este año,
que pronto acabará, no ha sido todo lo bueno que hubiésemos deseado
para los intereses del Club. Si la marcha de Setién, anunciada meses
antes de que finalizase la 2016/2017, fue un affaire muy
desagradable, luego estuvo en el aire la llegada de De Zerbi, un
enigma que se resolvió finalmente con la contratación de un hombre
de la casa, Márquez, para culminar con su dimisión como ya
conocemos. Posteriormente, lo de confiar en Ayestarán (sin lograr
una victoria en Primera División) para revertir la situación, acabó
como el rosario de la aurora, y con un enfado considerable por parte
de los aficionados que no dudaron en señalar al presidente y a la
dirección deportiva como los culpables de este perjuicio.
Las salidas
de Roque y de Boateng aún no han sido digeridas por los seguidores
de la UD; fueron dos jugadores cruciales para la permanencia. La
estancia temporal de Vitolo ilusionó a todos, aunque el tiempo y el
propio jugador se encargaron de que su cesión quedase en agua de
borrajas. Nunca estuvo a la altura deseada y fue un fiasco su paso
por el Gran Canaria.
Quedan 69
puntos en litigio. Son muchos. Y aunque parezca una utopía se podría
conseguir la permanencia. De momento no está el equipo confeccionado
para más batallas. Pero la desilusión se ha instalado en la mayoría
de los corazones amarillos, que no otean un horizonte risueño. Si la
victoria frente al Betis pareció ser una nueva línea de salida, la
derrota ante el Alavés convirtió aquellos tres puntos en flor de un
día.
A nivel
personal, independientemente de sistemas de juego y demás cuestiones
(dominio de los entrenadores), observo la poca regularidad y espíritu
de lucha de los nuestros en el campo. No puede ser que encajemos
tantos goles y apenas metamos algunos teniendo gente para ello. Esta
nefasta dinámica tiene que dar un giro ya. Me agotan las
declaraciones manidas después de los partidos. Si realmente sienten
lo que dicen, si son conscientes de dónde están y del privilegio
que supone hacer lo que les gusta y ganar tanto dinero, que se dejen
hasta la médula ósea en cada partido. Que no se queden como si nada
cuando no sean convocados, y que sean competitivos en la próxima
ocasión. Que se olviden de la gomina y las barbas cuidadas, que
salgan con el cuchillo entre los dientes, desaliñados y con caras de
“esto me lo como hoy”.
Que no haya más fotos con los jugadores, ni selfis, ni tonterías, nada de nada
hasta que todo esto cambie. Deben saber que ellos tienen gran parte
de responsabilidad en los éxitos como en los fracasos.
Espero que
el nuevo míster pueda trabajar sin interferencias internas y
externas, y que los muchachos hagan también un examen de conciencia,
porque lo necesitan.
¡Arriba
d'ellos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario