Un blog de Malena Millares

sábado, 9 de diciembre de 2017

NO CABEN MÁS ERRORES

Ahora mismo no existen palabras ni gestos que puedan consolar o animar al seguidor de la UD Las Palmas. La realidad es que los diez puntos conseguidos hablan por sí solos. La espiral en la que ha entrado el equipo no es nada halagüeña, porque, aunque quedan partidos por delante, la imagen ofrecida hasta el día de ayer no da señales de mejoría ni cosa que se le parezca. Son dos los entrenadores que han cogido las riendas del equipo desde que comenzó la temporada, y tres si se cuenta con Paquito Ortiz, que ejerce como tal hasta que venga el nuevo entrenador, el cual parece que viaja en globo.

Este año, que pronto acabará, no ha sido todo lo bueno que hubiésemos deseado para los intereses del Club. Si la marcha de Setién, anunciada meses antes de que finalizase la 2016/2017, fue un affaire muy desagradable, luego estuvo en el aire la llegada de De Zerbi, un enigma que se resolvió finalmente con la contratación de un hombre de la casa, Márquez, para culminar con su dimisión como ya conocemos. Posteriormente, lo de confiar en Ayestarán (sin lograr una victoria en Primera División) para revertir la situación, acabó como el rosario de la aurora, y con un enfado considerable por parte de los aficionados que no dudaron en señalar al presidente y a la dirección deportiva como los culpables de este perjuicio.

Las salidas de Roque y de Boateng aún no han sido digeridas por los seguidores de la UD; fueron dos jugadores cruciales para la permanencia. La estancia temporal de Vitolo ilusionó a todos, aunque el tiempo y el propio jugador se encargaron de que su cesión quedase en agua de borrajas. Nunca estuvo a la altura deseada y fue un fiasco su paso por el Gran Canaria.

Quedan 69 puntos en litigio. Son muchos. Y aunque parezca una utopía se podría conseguir la permanencia. De momento no está el equipo confeccionado para más batallas. Pero la desilusión se ha instalado en la mayoría de los corazones amarillos, que no otean un horizonte risueño. Si la victoria frente al Betis pareció ser una nueva línea de salida, la derrota ante el Alavés convirtió aquellos tres puntos en flor de un día.

A nivel personal, independientemente de sistemas de juego y demás cuestiones (dominio de los entrenadores), observo la poca regularidad y espíritu de lucha de los nuestros en el campo. No puede ser que encajemos tantos goles y apenas metamos algunos teniendo gente para ello. Esta nefasta dinámica tiene que dar un giro ya. Me agotan las declaraciones manidas después de los partidos. Si realmente sienten lo que dicen, si son conscientes de dónde están y del privilegio que supone hacer lo que les gusta y ganar tanto dinero, que se dejen hasta la médula ósea en cada partido. Que no se queden como si nada cuando no sean convocados, y que sean competitivos en la próxima ocasión. Que se olviden de la gomina y las barbas cuidadas, que salgan con el cuchillo entre los dientes, desaliñados y con caras de “esto me lo como hoy”.
Que no haya más fotos con los jugadores, ni selfis, ni tonterías, nada de nada hasta que todo esto cambie. Deben saber que ellos tienen gran parte de responsabilidad en los éxitos como en los fracasos.

Espero que el nuevo míster pueda trabajar sin interferencias internas y externas, y que los muchachos hagan también un examen de conciencia, porque lo necesitan.

¡Arriba d'ellos!




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