Un blog de Malena Millares

sábado, 31 de mayo de 2014

ORILLA INCIERTA

Me dicen algunos amigos que es mejor no hacer comentarios sobre el partido de esta tarde entre el RCD Mallorca y la UD Las Palmas (2-0); que es preferible callar para no coger un sofocón que pueda pasar factura; que no vale la pena pronunciarse sobre este final de temporada decepcionante de nuestro equipo. Sin embargo yo voy a hacerlo a modo de terapia, para dormir mejor esta noche.

Este equipo que tanto llevo dentro, el que es capaz de producir en mí reacciones de todo tipo, el que nunca me deja indiferente, hoy me ha agotado. Después del partido, de nuevo he escuchado declaraciones sobre el nerviosismo, acerca de que se debe olvidar lo pasado, y que se puede lograr el objetivo. ¿Cómo conseguir algo cuando quienes tienen que emplearse a fondo parecen no competir para ello? ¿O será conveniente cambiar de nuevo al entrenador para el último partido? Quizá lo mejor sea encomendarse a la Virgen del Pino, que la tenemos en la catedral, más cerca que nunca. Creo que a estas alturas, y visto lo visto, habrá que cruzar los dedos y poner un hada en la cabecera de la cama de más de un jugador, a ver si su varita mágica surte efecto de aquí al sábado que viene. Y, sea positivo o negativo el desenlace de esta temporada, creo que la directiva tendrá que trabajar mucho durante este verano para que la historia no se repita. Es que los aficionados, que nadie lo olvide, tenemos también cabeza y corazón, y sufrimos ¡coño!

Me recomiendo a mí misma, por salud mental y física, estar alejada de todo lo que rodee a mi equipo hasta el sábado que viene. Y espero que sean esta vez los jugadores, consiguiendo entrar en la liguilla de ascenso, los que me animen a seguir apoyándoles, porque la imagen dada por el equipo, sobre todo en esta tarde, ha sido como una pesadilla de esas que despiertan con taquicardia y por la que se tarda un buen tiempo en retomar la calma.



2 comentarios:

  1. Querida Malena , en tan poco tiempo un entrenador nuevo no va solucionar nada ya que apenas ha tenido tiempo de logra influir el nuevo sistema y probar cosas hasta dar con lo adecuado, grandísimo error despedir al señor Lobera, un cordial saludo

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    1. ¡Que la suerte nos acompañe!
      Un saludo, Juan.

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