No
sé ustedes cómo están, pero yo me he levantado como si anoche
hubiese estado de juerga y hoy con una resaca considerable: dolor de
cabeza, el estómago dando vueltas y la garganta hecha gofio por gritar y cantar. Pero nada más lejos de la realidad, porque lo único
que hice fue asistir al derby canario entre la UD Las Palmas y el CD
Tenerife (1-0).
Poco
importa a estas alturas si el partido fue mejor o peor. Lo reseñable
es que el equipo local se llevó los tres puntos. El Tenerife fue un
rival peligroso y pudo ganar en cualquier momento de la primera
parte. Aunque Las Palmas controlaba el balón, ellos eran más
directos en el ataque y nos dieron algunos sustos. Cada vez que lo
robaban no se lo pensaban dos veces, y como decimos por aquí: "rián
p'al puerto". La segunda parte fue otra cosa muy distinta porque Las
Palmas salió a morder y lo consiguió. Coincidíamos muchos en que
obtendría la victoria el que marcarse primero, y el gol llegó justo
en el alargue, cuando al rival se le esfuma la capacidad de reacción.
Fue uno de esos goles que quedan grabados en la memoria de ambas
aficiones, aunque por motivos opuestos. Llegó en el momento más
importante de la temporada, cuando los dos equipos están viendo, a
tiro de piedra, la posibilidad de estar el año que viene en primera
división. Una coincidencia bonita para los dos rivales eternos, que
hicieron de la noche del sábado una gran fiesta del fútbol. En
esta ocasión le ha permitido a uno alejarse del otro seis puntos.
Pero hay que seguir así hasta el final, como si la vida dependiera
de ello. Ya no hay marcha atrás.
El
comportamiento de las dos hinchadas fue ejemplar, salvo hechos
aislados de algunos venados de aquí y de allí que por desgracia
aparecieron. Cada una animó a los suyos y sus jaleos se notaron. El Estadio Gran Canaria prácticamente hizo lleno con 31.123 almas dando color y calor; bien valdría un premio de oro. Qué bonito
será ver en los próximos encuentros de casa, ante el Recreativo y
la Ponferradina, este recinto otra vez a tope, y disfrutar de ese
mosaico amarillo y azul que pone la piel de gallina.
Yo
me siento feliz, muy feliz, inmensamente feliz.
Antes del partido con Germán Devora. |
Con otros aficionados esperando la apertura de las puertas |
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