SERGIO LOBERA, MÁS CERCANO QUE NUNCA.

FOTOS DEL ACTO CEDIDAS POR "TINTA AMARILLA"

Comparto el texto que escribí, ex profeso, para abrir el Acto/Coloquio que tuvo lugar anoche en el Teatro Hespérides – Auditorio Ciudad de Guía. Se contó con la presencia del entrenador de la UD LAS PALMAS, Sergio Lobera, y de sus colaboradores, Juan Carlos Socorro, Manu Sayabera y Zeljko Cicovic. Fue organizado por la peña “Queso de Flor de Guía” y auspiciado por  René del Pino Morera, de quien doy fe de que por sus arterias fluye auténtica sangre amarilla. 

Dicho acto consistió en una rueda de preguntas, y durante hora y media el técnico hizo gala de sus conocimientos futbolísticos y de su saber estar. Fueron las cuestiones de algunos niños, y sus correspondientes respuestas, las que pusieron la nota más festiva del acto, logrando los aplausos del numeroso público.

Una de ellas, muy directa y expuesta con la naturalidad propia de los niños, era saber qué jugador le gustaba más al entrenador. Sergio replicó con sutileza: “Eso es como si yo te preguntara ¿a quién quieres más, a tu padre o a tu madre?

Lo que nunca supo el míster es que el niño, espontáneamente y sin micrófono en mano, le contestó: A mi padre.

Doy las gracias públicamente a sus organizadores por haber querido contar conmigo para presentar este acto, cuyos protagonistas (señores de la mesa y asistentes) lo convirtieron en un encuentro ameno y entrañable, dándose mutuas muestras de cariño y agradecimiento.

"Cuando era niña, yo ignoraba el sentido de la palabra gol; nunca había visto a un futbolista anotar uno, y de él sólo conocía el estruendoso sonido de miles de almas coreándolo; un rugido que llegaba hasta aquella casa, cercana al Estadio Insular, que fue la de mi infancia y adolescencia. Pero, por fortuna, desde hace muchos años conozco muy bien, como la palma de mi mano, lo que es un gol, cualquier gol; lo que causa en mis sentidos y en los de los seguidores de este fantástico deporte llamado fútbol: una expresión enorme de júbilo; una explosión de emociones sin parangón que elevo con todas mis fuerzas, cuando el equipo de mi tierra lo consigue. 

Entonces, tampoco sabía nada sobre aquellos diamantes pegados al cielo de la noche, esos  llamados estrellas. Me enseñaron que cada una era un astro que brillaba con luz propia, y creí, durante cierto tiempo, que aquella luz rutilante, la de los focos del Insular colándose por el patio de casa, era una inmensa estrella que aparecía cada cierto tiempo para hacerme feliz, un poquito más de lo que mi niña ya era. Así, poco a poco, desde la inocencia y la pureza del niño, el brillo del fútbol fue dejando en mí una huella indeleble.

He nacido, y me he hecho mujer y madre, en esta maravillosa isla bien llamada Gran Canaria. De ella, entre otras muchas cosas, adoro su mar y disfruto de la arena rubia de sus playas, cuyos azules y amarillos representan los colores del equipo de mi tierra. Cada día de mi vida intento afrontarlo con ilusión, tratando de reflejarla en todos mis actos; pero, de un tiempo a esta parte, vivo, además, con el deseo incesante de que mi equipo se reencuentre de nuevo con la Primera División, lugar en el que por su historia, ciudad y afición, tiene que permanecer y mostrar su peculiar manera de hacer el fútbol. Por ello,  junto a miles de seguidores, no cejaré en mi empeño de ver jugar de nuevo a la UD en todos esos grandes estadios que  otros pisaron, anteriormente, con la camiseta amarilla. Campos que marcaron la trayectoria de esta entidad desde aquel bendito día en que cinco clubes de Las Palmas de Gran Canaria, tras muchas vicisitudes, olvidaron sus diferencias y crearon el equipo señero sin par... (con su juego brioso y brillante, vencerá, vencerá, vencerá.)".