Un blog de Malena Millares

viernes, 2 de septiembre de 2011

OSCAR Y LA UD, SIN DISTANCIAS


Me gustan las historias en general, esas que existen alrededor de una causa, de cualquier vida, las que aparecen a lo largo del camino, las que te encuentras sin buscarlas e incluso las intrincadas, porque todas ellas te dicen siempre algo, te enseñan la parte noble y prosaica de la existencia, y al final te reconoces en ellas, porque de una forma u otra nuestras vidas tienen mucho en común, pues no en vano somos semejantes, sufrimos los avatares y palpamos la felicidad de igual manera.

Oscar Duarte, tiene tras sí una historia que me ha conmovido, intensa y dura que sintetizaré al máximo. Es un joven colombiano nacido en Ibagué, estado de Tolima, que un día decidió venir a Gran Canaria y quedarse a vivir en la isla, después de conocer por teléfono a una canariona, Fefi, con la que se casó hace ocho años. La temporada pasada, en las afueras del Estadio de G.C., cuando me dirigía a ver un partido de la UD Las Palmas, me encontré por casualidad con él; es una de las personas que colabora con la entidad los días que juega Las Palmas en casa. A lo largo de este año hemos ido entablando amistad hasta conocerse ambas familias. Desde el primer momento me sorprendió su carácter generoso y afable, y en la actualidad siento cariño y admiración por esta persona a la que la propia vida y las circunstancias de su país le llevaron, a pesar de su juventud, a contemplar de cerca los horrores de la guerra, y la mutilación y muerte de mucha gente. Durante ocho años fue militar en las Fuerzas de Colombia, a las que se incorporó cumplidos los diecisiete, y perteneció a La Brigada de Fuerzas Especiales, con el consecuente desgaste psíquico que un conflicto armado acarrea, atravesando la selva y toda Colombia, conflicto que, analizado por él años después, prácticamente lo resume en una foto en la que aparece con sus compañeros, casi todos muertos en combate. Oscar tiene en la actualidad treinta y cinco años.
Decidió dejar el ejército por razones muy concretas, que lógicamente  obvio, y el azar lo llevó primero a Girona, ciudad en la que, durante más de  un año, trabajó en hostelería, y en la cual tiene aún muy buenos amigos. Durante su estancia en Cataluña conoció por teléfono, repito, a la que hoy es su mujer, tomando casi de inmediato la decisión de venir a la isla, y así empezó su relación con ella. A los seis meses se casaron, y en Gran Canaria se quedó para siempre. Anteriormente a todo esto, todavía en Girona, se quedó entusiasmado con la UD Las Palmas cuando ponían en televisión, a través de  Canal Plus, los partidos de las dos temporadas que militamos en Primera División (con Kresic y Fernando Vázquez como entrenadores). El color amarillo de la camiseta y sobre todo, la forma de jugar, fueron atractivos suficientes para engancharse al equipo canario. Al comienzo de su relación, una de las preguntas que le hizo a su mujer fue ¿te gusta el fútbol? La sorpresa se la llevó él cuando Fefi no sólo le dijo que sí, sino que añadió que se había criado en un campo de fútbol, pues su padre había sido el fundador de “Fomento” club que luego pasó a ser “El Batán”. Desde entonces ni uno ni otro dejan de asistir al estadio, y en dos ocasiones, cada temporada, viajan a Girona y a Salamanca, a esta última por la amistad que mantienen con Marcos Márquez. Ambos han transmitido su afición al fútbol e inculcado el cariño por nuestros colores a su hijo Brian, de seis años, que siempre acude con ellos a los partidos.

El día en el que Sergio Kresic (en la última etapa del croata) se despidió en la sala de prensa, Oscar y otro compañero no llegaron a tiempo, y en la misma salida de la zona deportiva, ya en la calle, se encontraron con el entrenador y su cuerpo técnico, cuando dejaban atrás el estadio. El coche se paró, y mi amigo pensó que los tres (Kresic, Quintero y San Román) irían a tomar un café. Pero no fue así, Sergio se bajó del coche, se le acercó y le dio un fuerte abrazo de despedida, y emocionado dirigió la mirada hacia el “Gran Canaria” al mismo tiempo que, con un nudo en la garganta, decía a los colaboradores: “Cuiden de todo esto, es muy importante para ustedes”, lamentándose a continuación de que las cosas no le saliesen bien.

Oscar, mientras pueda, seguirá echándole una mano al club, y si no fuera por su acento colombiano cualquiera diría que nació en la isla, ya que su afecto y respeto por la UD Las Palmas son incuestionables.

2 comentarios:

  1. Gracias Malena, fue muy grato para nosotros compartir nuestra historia contigo y ver como la has plasmado en tan lindo relato. Un beso enorme.

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  2. Las gracias se las doy yo a los dos, con mi deseo de que la vida siempre les sonría y que sigan apoyando a nuestro equipo como lo han hecho siempre. Muchos besos para los tres.

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