Finaliza
la temporada 2014/2015.
Durante
tres años consecutivos la Unión Deportiva Las Palmas ha sufrido dos
liguillas de ascenso y en breve acometerá la tercera. En ellas, tres
entrenadores diferentes: Sergio Lobera, Josico Moreno y Paco Herrera.
En las tres temporadas hubo trasiego de jugadores: unos decidieron
embarcarse y poner rumbo a nuevas tierras, algunos regresaron a casa,
y otros ni se movieron del club que les vio nacer como deportistas.
La
afición no ha cambiado mucho. Más o menos sigue siendo la misma. En
mismo número acuden los seguidores al Gran Canaria cada año. Frente
al televisor se sientan las mismas familias, y por esos campos de la
península de segunda división es costumbre ver numerosas camisetas
amarillas, pertenecientes a las peñas que nunca fallan, o a niños,
jóvenes y mayores que estando cerca desean arropar a su equipo. El
denominador común es el sufrimiento. Un sufrimiento deportivo, claro
está, aunque en desgraciados momentos algún aficionado se ha visto sorprendido por la muerte.
Otra
vez nos tocará vivir la pasión del fútbol. Los amigos me comentan que
esto es como tener otra pesadilla, porque no han logrado olvidar lo
que ocurrió el pasado año; en cambio, muchas personas están tremendamente
ilusionadas porque se juegue de nuevo, alegando que ya quisiera el resto de equipos poderla afrontar, ¡todo un privilegio! Yo sólo digo que en
estos momentos mi cuerpo parece un flan, y no porque tenga las carnes
flojas, no, sino porque el corazón que está dentro me late con
tanta fuerza que traspasa su propia frontera.
En
fin. Que la suerte nos acompañe y la Virgen del Pino nos eche un
capote. Aunque no sé si será conveniente mezclar a Nuestra Señora
en estos menesteres. Muchos problemas tendrá que escuchar y mucha
mano habrá de extender.
¡Arriba
d'ellos, equipo!
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