No
ha cambiado mucho, como para resaltarla, la
clasificación de la UD Las Palmas tras sumar seis nuevos puntos en
los dos últimos partidos. Sin embargo, el salto es notorio en cuanto
al estado anímico de los jugadores y a la intensidad con la que
vuelven a jugar. Las rotaciones que Paco Herrera está llevando a
cabo, por pura estrategia o por necesidades físicas, es algo
entendible a estas alturas de la temporada; él sabe cómo y por qué
las hace. Ayer, ante el Osasuna, arriesgó en los minutos
finales sentando al delantero Araujo y sacando a otro defensa,
Christian. Era de esperar que el equipo reculara asediado y
renunciara al ataque. Los aficionados sufrimos de tal manera que no
olvidaremos este partido. Pero la decisión tomada le salió bien y
fue la UD la que obtuvo la victoria (1-2).
No
es precipitado ni atrevido aseverar que segura tiene la liguilla; el desenlace es otro tema. Tampoco es
descabellado decir que si el equipo se sigue empleando así (como lo
hizo en la primera vuelta, el sábado y ayer) ganando los tres
restantes y a la espera de que los rivales pinchen, estaríamos muy
cerca del primer objetivo. Ahora el equipo necesita, más
que nunca, nuestro
aliento. La de este próximo sábado en el Gran Canaria, con el
Barcelona B, será, a todas luces, una de las citas más importantes de la temporada.
¡Arriba
d'ellos!
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